El almacenamiento de los lubricantes nuevos desempeña un rol muy importante para asegurar que el aceite es entregado en la condición correcta.
Cuando se almacena grasa, e incluso cuando se está utilizando, se presentará una cierta cantidad de sangrado. Aunque esto es común, la tasa a la que esto ocurre puede controlarse por medio de un almacenamiento apropiado y técnicas de uso.
La grasa puede cambiar sus características durante el almacenamiento. El producto puede oxidarse, sangrar, cambiar su apariencia, contaminarse o hacerse más firme o suave. El grado de afectación varía con la duración del almacenamiento, la temperatura y la naturaleza del producto.
Otra práctica recomendada de la industria especifica que siempre que se reciba cualquier tipo de lubricante, deben seguirse los métodos de uso y almacenamiento de acuerdo con el sistema de manejo de inventarios “primero en entrar/primero en salir” (PEPS o FIFO). Esto simplemente requiere que el usuario utilice en primer lugar la grasa que entró primero en el almacén. Además, los fabricantes de grasas deben colocar un código de fecha o número de lote en los envases individuales o cajas que ayuden a determinar el mes, día y año en que la grasa se fabricó. Como se mencionó anteriormente, las grasas tienden a sangrar y liberar sus aceites básicos durante el almacenamiento. La tasa de liberación de aceite aumentará con el tiempo y variará en función de la temperatura a la que se almacena. Idealmente, la grasa debe almacenarse en interiores, en un área fresca y seca, que no exceda de 30°C (86° F) ni esté por debajo de 0°C (32° F).
Las áreas de almacenamiento también pueden estar expuestas a contaminantes como el polvo, la suciedad, la humedad o agua de lluvia, que pueden deteriorar severamente la calidad de la grasa.
Para garantizar la limpieza y calidad original de una grasa, así como para evitar la separación excesiva de aceite, se recomienda observar las siguientes técnicas para el almacenamiento y manejo de las grasas: